miércoles, 17 de septiembre de 2014

El tamaño de su miedo

El tamaño de su miedo


Hasta hace poco yo creía que la mayoría de los servidores y representantes públicos mexicanos no solamente se robaban casi todo lo que podían sino que además se reían de sus representados. Y de hecho, leí con gusto y esperanza la nota del novelista y cronista tabasqueño, Ariel Lemarroy donde recordaba una anécdota de un presidente municipal, Don Julián Montejo, de quien todo mundo se mofaba por su folclórica forma de expresarse y por su origen campesino pero quien, parece ser, transformó la ciudad que gobernaba.


Señores como Don Julián ya quedan pocos pues según relata Lemarroy cuando alguien le llegó a chismear quién era el autor de todos los chascarrillos sobre su persona él rechazó tomar represalias y simplemente dijo: "Es bueno que el pueblo se ría de sus gobernantes. Lo malo, es que los gobernantes se rían de su pueblo". Y, curiosamente, en estos últimos días el Zócalo de la ciudad de México ha sido testigo precisamente de cómo los gobernantes se ríen de su pueblo: de esa "bola de zarrapastrosos y flojos que en lugar de pedir aumentos de sueldo deberían de aprender a trabajar más".
Pero este 15 de septiembre también se vio el miedo que le tienen a ese pueblo y, sobre todo, el grado del miedo. Es sabido que la mayoría de los Estados del mundo han desarrollado estrategias de miedo para justificar medidas de seguridad y control cada vez más severas y violatorias de nuestros más elementales derechos. También es sabido que en México la presunción de inocencia es para la mayoría de la población una utopía. Pero, llegar al grado de suponer que cada niño mexicano de los acarreados por ellos mismos, es un criminal en potencia, un “niño – bomba” que merece ser cateado para “evitar que México se convierta en un nuevo Medio Oriente”, es realmente el colmo de los colmos. Y no sólo es una violación flagrante de derechos, ello habla del temor, del inmenso pavor que sienten. Un temor que seguramente es directamente proporcional al daño que le están haciendo a la nación. Sólo así se explica ver hasta dónde han llegado...

sábado, 17 de agosto de 2013

El gas de esquisto, la gran estafa (1a parte)


En esta ocasión les presento la primera parte de un artículo del profr. Nafeez Mosaddeq Ahmed, Director del Instituto para la Investigación en Políticas y Desarrollo de Brighton en el Reino Unido, que se intitula El gas de esquisto, la gran estafa. Este artículo que apareció en francés en el prestigiado periódico mensual Le Monde Diplomatique (http://www.monde-diplomatique.fr) fue publicado en la edición de marzo de 2013.

Ya en varias ocasiones les hemos hablado del gas de esquisto o de lutitas mejor conocido como Shale gas. De hecho, en la emisión nº 39 de La Bastilla Mexicana del 20 de julio de 2013 se abordó sobre todo el aspecto contaminante inherente a la explotación del gas y el aceite de esquisto (si se la perdieron escúchenla en el spreaker de nuestra página FB: https://www.spreaker.com/user/5746161/la_bastilla_mexicana_39). 


También pueden profundizar acerca de las consecuencias ambientales de la explotación de este gas viendo el documental Gas land realizado por la cadena franco-alemana Arte, disponible en la dirección siguiente:




Sin embargo, el presente artículo aborda otro tipo de riesgo igual de grave y peligroso que el ecológico: el riesgo relacionado con la especulación financiera internacional que este tipo de yacimientos está provocando. Y quiero subrayar la gravedad del asunto porque me parece que el gobierno mexicano ya logró hacer creer a la población mexicana que, con o sin reforma energética, tenemos que implicarnos en la explotación del gas de esquisto. Mientras en países como Francia, que es la cuarta economía más importante del mundo, la explotación e incluso la exploración en torno al gas de esquisto está prohibida. En México sin informar a la población ya se decretó que la explotación del Shale gas es un objetivo estratégico para México y la famosa Reforma lo toma como pretexto para las modificaciones constitucionales.




El gas de esquisto, la gran estafa*



Energía barata contra contaminación prolongada: En los Estados- Unidos, el dilema relativo a la explotación del gas y petróleo de esquisto no le ha quitado el sueño ni a los industriales ni a los poderes públicos. En menos de una década, estos nuevos recursos habrían orientado a los Estados – Unidos, hacia el crecimiento, dopado el empleo y restablecido la competitividad. ¿Y si esta “revolución” no fuese más que una burbuja especulativa a punto de estallar?

Por Nafeez Mosaddeq Ahmed **
Versión al español de Sergio Avalos

Si damos crédito a los títulos de la prensa norteamericana que predicen un auge económico debido a la “revolución” del gas y del petróleo de esquisto, el país vivirá una suerte de “fiebre del oro negro”. El reporte “Perspectivas Energéticas Mundiales 2012” de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) anuncia, en efecto, que para 2017, los Estados Unidos le quitará a Arabia Saudita el lugar de primer productor mundial de petróleo y accederá a la “casi autosuficiencia” en materia energética. Según la AIE, el alza programada de la producción de hidrocarburos, pasaría de ochenta y cuatro millones de barriles diarios en 2011 a noventa y siete millones en 2035. Esta alza provendría “completamente, de los gases naturales líquidos y de los recursos no convencionales” (esencialmente el gas y el aceite de esquisto), mientras que la explotación convencional comenzaría a declinar a partir de... 2013.

Extraídos por fractura hidráulica (inyección a presión de una mezcla de agua, de arena y de detergentes industriales, destinada a fisurar la roca para liberar el gas), gracias a la técnica de la perforación horizontal (lo que permite explorar de manera más amplia la capa geológica escogida), estos recursos sólo se obtienen pagando como precio una contaminación masiva del medio ambiente. Pero su explotación en los Estados – Unidos ha implicado la creación de varios cientos de miles de empleos y ofrece la ventaja de proponer una energía abundante y barata. Según el reporte de 2013 “Las perspectivas energéticas: una mirada hacia 2040” publicado por el grupo Exxon Mobil, los estadounidenses se convertirían en exportadores netos de hidrocarburos a partir de 2025 gracias al gas de esquisto, en un contexto de fuerte crecimiento de la demanda mundial de gas.

¿Y si la “revolución de los gases de esquisto” en lugar de fortalecer a una economía mundial convaleciente, estuviese inflando una burbuja especulativa a punto de estallar? La fragilidad de la recuperación así como las experiencias recientes deberían incitar a la prudencia frente a semejante apasionamiento. La economía española, por ejemplo, en un tiempo tan floreciente – cuarta economía de la zona euro en 2008 – , se cae a pedazos a partir del momento en que la burbuja inmobiliaria, a la que ciegamente se enganchaba, estalló sin prevenir. La clase política aprendió poco de la crisis de 2008; y ahora está a punto de repetir los mismos errores en el sector de las energías fósiles.

Una investigación del New York Times de junio de 2011 revelaba ya algunas fisuras en la construcción mediático industrial del “boom” del gas de esquisto, difundiendo las dudas de diversos observadores – geólogos, abogados, analistas de mercados – en cuanto al impacto de lo anunciado por las compañías petroleras. Se sospecha que “sobreestimaron de manera deliberada e incluso ilegal, el rendimiento de sus explotaciones y el volumen de sus yacimientos”.1La extracción del gas a partir de los esquistos del subsuelo, decía el cotidiano, podría resultar menos fácil y más costosa de lo que pretenden las compañías, como lo indican las centenas de correos electrónicos y de documentos intercambiados por los industriales sobre el tema, así como los análisis de datos recogidos en varios miles de pozos.”

A principios de 2012, dos consultores estadounidenses tocaron la alarma en la Petroleum Review, la principal revista de la industria petrolera británica. Al cuestionarse acerca de la “fiabilidad y la durabilidad de los yacimientos estadounidenses de gas de esquisto”, hacen notar que las previsiones de los industriales coinciden con las nuevas reglas de la Securities and Exchange Commission (SEC), organismo federal de control de los mercados financieros. Dichas reglas, adoptadas en 2009 autorizan en efecto, a las compañías, a cifrar sus reservas como bien les parezca, sin que haya verificación alguna por parte de una autoridad independiente.2

Para los industriales, la sobreestimación de los yacimientos de gas de esquisto, les permite hacer pasar a un segundo plano los riesgos relacionados con su explotación. Ahora bien, la fractura hidráulica no sólo tiene efectos dañinos sobre el medio ambiente: también plantea un problema estrictamente económico dado que genera una producción de una duración de vida muy corta. En la revista Nature, un ex-consejero científico del gobierno británico, David King, subraya que el rendimiento de un pozo de gas de esquisto declina en un 60 a 90% al cabo de su primer año de explotación.3

Una caída de rendimiento tan brutal hace obviamente ilusorio todo objetivo de rentabilidad. Tan pronto como una perforación se agota, los operadores deben perforar rápidamente otros para mantener su nivel producción y pagar sus deudas. Cuando la coyuntura es favorable, semejante clavado puede crear un espejismo durante algunos años. Es así como una actividad económica enclenque, la producción de los pozos de gas de esquisto – atónica a largo plazo pero fulgurante en breve – provocó una descenso espectacular de los precios del gas natural en los Estados – Unidos, los cuales pasaron de 7 a 8 dólares por millón de BTU (British Thermal Unit) en 2008, a menos de 3 dólares en 2012.

Los especialistas en inversiones financieras no son tontos. “La economía de la fractura es una economía destructiva, advierte el periodista Wolf Richter en el Business Insider.4 La extracción se devora el capital a una velocidad impresionante dejando a las empresas con una montaña de deudas cuando la producción se derrumba. Para evitar que ese derrumbe afecte sus ingresos, las compañías deben sacar más y más compensando los pozos secos con otros que se secarán mañana. Desafortunadamente un esquema semejante, tarde o temprano, se estrella en el muro de la realidad.”

Arthur Berman, geólogo que trabajó para Amoco (antes de que ésta se fusionase con British Petroleum), se dice sorprendido por el ritmo “increíblemente elevado” con que se secan los pozos. Y evoca el caso del campo de Eagle Ford en Texas – “la madre de todos los campos de aceite de esquisto” – indicando que “el descenso anual de la producción rebasa el 42%”. Para asegurar resultados estables, las compañías van a tener que perforar “casi mil pozos suplementarios cada año en el mismo campo. Es decir, un gasto de 10 a 12 billones de dólares por año... Si sumamos todo, se llega a un monto semejante al del salvamento de la banca en 2008. ¿De dónde van a sacar ese dinero?5

La burbuja de la industria gasera ya tuvo consecuencias en algunas de las más poderosas compañías petroleras del planeta. En junio pasado, el Director General de Exxon Mobil, Rex Tillerson, se quejaba amargamente explicando que el descenso de los precios del gas natural en Estados – Unidos era, en efecto una suerte para los consumidores, pero una maldición para su compañía, la cual ha sido víctima de una baja drástica de sus ingresos. Mientras que, ante sus accionistas, ExxonMobil pretendía aun no haber perdido ni un centavo a causa del gas, el discurso del Sr. Tillerson ante el Council on Foreign Relations (CFR), uno de los think tanks más influyentes del país, era casi para llorar: “Estamos perdiendo hasta la camisa. Ya no ganamos dinero. Todas las cifras están en rojo6

Casi al mismo tiempo, la compañía gasera británica BG Group se veía obligada a una “depreciación de sus activos en el gas natural norteamericano de 1,3 billones de dólares” sinónimo de un “descenso sensible de sus beneficios intermediarios.”7 El 1º de noviembre de 2012 después de que la compañía petrolera Royal Dutch Shell hubiese acumulado tres trimestres de resultados mediocres , con un descenso acumulado de 24 % en el año, el servicio de información del índice bursátil Dow Jones reportó la funesta noticia y se alarmó del “perjuicio” causado al conjunto del sector bursátil por este apasionamiento por el gas de esquisto.

*Publicado originalmente en el periódico mensual francés Le Monde Diplomatique, marzo, 2013, p. 20
** Politólogo, Director del Instituto para la Investigación en Políticas y Desarollo de Brighton, GB
1« Insiders sound an alarm amid a natural gas rush », The New York Times, 25 de junio de 2011
2Ruud Weijermars y Crispian McCredie, « Inflating US shale gas reserves », Petroleum Review, Londres, enero 2012
3James Murray y David King « Climate policy : Oil's tipping point has passed », Nature, nº 481, Londres, 26 de enero de 2012
4Wolf Richter « Dirt cheap natural gas is tearing up the very industry that's producing it » Businnes Insider, Portland 5 de junio de 2012
5« Shale gas will be the next bubble to pop. An interview with Arthur Berman » Oilprice, 12 de noviembre de 2012, http://oilprice.com
6« Exxon : « Losing our shirts » on natural gas » The Wall Street Journal, New York, 27 de junio de 2012
7« US shale gas glut cuts BG Group profits » Financial Times, Londres 26 de julio de 2012

martes, 30 de julio de 2013

¡Votar por el cambio... y sentarse a mirar ( II. La violencia ) !




En mi nota anterior mencionaba que la violencia extrema no es un fenómeno nuevo en México. Sin embargo, esta ha llegado a niveles de países en guerra mientras que el grueso de la población se ha ido acostumbrando tanto a ello que ya se volvió algo prácticamente “banal” o “natural” donde por acción u omisión terminamos participando todos.
Este fenómeno me hace siempre pensar en la metáfora de la rana en la olla a la que le van subiendo tan paulatinamente la temperatura que no se da cuenta, el agua llega a ebullición y la rana se cuece sin enterarse siquiera.
Veamos tan sólo un ejemplo: En los años 70 el escritor Jorge Ibargüengoitia denunciaba en su novela “Las Muertas”


 (llevada luego al cine por Felipe Cazals) un escandaloso caso de trata de personas (de blancas le llamaban en la época) donde tres hermanas apodadas Las Poquianchis mantenían una red de trata protegida por las autoridades de Guanajuato.



(Todo un tema es también el papel de "periódicos" como "Alarma", "El Sol", "El Criollo" etc., en la banalización de la violencia)

El asunto, que seguramente ya en ese entonces no era una excepción, causó escándalo unos días y ya, sin que se supiera nunca hasta qué punto y nivel llegaba la implicación de las autoridades. Pues bien, de entonces a hoy México se ha convertido en uno de los 3 primeros lugares mundiales en trata de personas (niños incluidos) y tiene un pueblo que detenta el “horroroso” título de “Capital Mundial de la Trata de Personas”. En efecto, Tenancingo, Tlaxcala es un pueblo donde la mitad de la población se dedica a la explotación sexual de personas y la otra mitad (incluidas autoridades, la iglesia etc.) lo sabe pero no quiere, o tal vez ya no puede hacer nada.
Pero esto se sabe a nivel internacional y no pasa nada. Existe una legislación que podría ser aplicable en materia de lucha contra la trata pero no lo es y no lo es porque, todo mundo sabe, que encumbrados políticos, empresarios y por supuesto narcotraficantes son consumidores y/o tratantes (recuérdese tan solo el caso del Niño Verde y la chica asesinada en su casa en Quintana roo). En Tenancingo, Tlaxcala (y vaya usted a saber en cuantos pueblos y ciudades más) ya es “normal” que el tratante conocido como Ernesto N., alias “El caimán” descuartice a las chicas “que no se portan bien” y se las dé de comer al cocodrilo que tiene en el patio de su mansión (de ahí el apodo). Son “sólo” unas descuartizadas más que a nadie le importan... 


http://www.eluniversal.com.mx/primera-plana/2013/impreso/el-caiman-terror-de-trabajadoras-sexuales-en-el-df-42583.html

Y por supuesto, ya es “normal” también que los niños en lugar de querer ser médicos o ingenieros, aspiren a ser sicari@s y/o padrotes/madrotas. 

¿Cree usted que esto no tiene relación con Tabasco? ¿Que el aumento en el número y la crueldad en los feminicidios está desconectado de lo que sucede en otras partes del país? ¿Cree usted que eso sólo sucede en Cárdenas? ¿O tal vez hasta que “esas mujeres” se lo buscaron por andar “en malos pasos” (como hubo quien lo sugiriera en redes sociales)? Si su respuesta es positiva a alguna de estas preguntas empiece a preocuparse porque sin duda, como la rana, ya está cerca del punto de cocción y ni siquiera se ha dado cuenta...

jueves, 25 de julio de 2013

¡Votar por el cambio... y sentarse a mirar ( I ) !


¡Votar por el cambio... y sentarse a mirar ( I ) !

Antes que nada quisiera precisar que este texto no busca justificar ni defender a ningún funcionario. El objetivo es tratar de analizar, de la manera más objetiva posible, la realidad que vive hoy el estado de Tabasco y en general México. He denunciado innumerables veces la increíble violencia que se vive en nuestro país, violencia que a menudo no queremos ver y reconocer mientras no toque a la puerta de nuestras casas o nuestras familias. Se piensa erróneamente que “eso” sólo le pasa a los demás, en otros estados, en otros lugares o a personas que necesariamente andan en “malos pasos”. La violencia en México no es algo nuevo. Sin embargo, se ha llegado a un nivel tal que pareciese que no tocaremos fondo sino hasta que el país estalle en mil pedazos. En el origen de la situación hay, entre otras cosas, una relación malsana y perversa entre una sociedad apática y servil y un sistema político autoritario. Si en algunos momentos de nuestra historia las coyunturas permitieron que esa relación malsana pareciese la solución hoy vemos que en realidad sólo nos ha llevado al abismo. Habrán notado que no me referí a un “partido” sino a un “sistema” y en efecto los más de 70 años de control priísta de la vida política del estado y del país hacen que ya ni siquiera es una cuestión de un partido: Es un “sistema cancerígeno” que ha contaminado de manera imperceptible al grueso de la sociedad hasta el tuétano. Hoy, cuando en Tabasco se reclama airadamente ¿dónde está el cambio? Yo me pregunto: ¿son realmente ingenuos, o algo más? ¿en realidad creyeron que décadas de corrupción desaparecerían así como así con la llegada al poder de tal o cual persona? ¿en realidad creen que para que una sociedad cambie basta depositar un voto y sentarse a mirar? Y cuando entre esas personas que exigen y vociferan hay notables priístas, quisiera poder preguntarles: ¿cómo desmontar la podredumbre que USTEDES construyeron durante un siglo en tan sólo unos meses? Que pasen la receta...
Los cambios no se dan de la noche a la mañana ni pueden venir desde lo alto del poder o desde maquinarias burocráticas esclerosadas. Las prácticas de corrupción, violencia, abuso e incompetencia están tan arraigadas que a veces me pregunto si en verdad pueden ser modificadas. Tampoco se trata, como pretenden algunos, de que cada quien cambie de manera aislada y sin exigir un cambio en las prácticas gubernamentales, esto es ingenuo y demagógico. El cambio viene desde una sociedad que exige, que alza la voz, pero que también respeta y predica con el ejemplo. Tal vez uno de los mayores daños que el sistema autoritario provocó a nuestro país es la labor de zapa que realizó destruyendo la confianza. Hoy no podemos confiar en los jueces, ni en la iglesia, ni en los partidos, ni en el mecánico, ni en el plomero, ni en la policía, ni en la ley... pero esa capacidad de confiar no puede ni será nunca restablecida, ni reparada, desde el poder del Estado. Sólo el ciudadano crítico, responsable y bien informado uniéndose a sus pares puede modificar el curso de las cosas pero desafortunadamente no es algo que veremos ocurrir de la noche a la mañana. ¡Es un trabajo de Sísifo! Y a buen entendedor...  

jueves, 13 de septiembre de 2012

Dominación política autoritaria y machismo : fenómenos que se entrecruzan


Por Sergio Avalos


Circula en las redes sociales una imagen de una mujer golpeada en la que se hace un paralelismo entre la violencia de género y la violencia política que sufrimos los mexicanos. La analogía se me hace muy pertinente. Como lo he señalado en otros foros y ocasiones todas y todos somos de alguna manera producto del medio en el que nacimos y crecimos y la sociedad mexicana, además de sus aciertos y virtudes sigue siendo muy conservadora (esto varía obviamente dependiendo de los estados), racista, clasista, snob, excluyente, machista, homófoba etc. Pero la mayoría de las personas ni siquiera se da cuenta o no quiere darse cuenta. Siguiendo el paralelo entre sociedad y familia hay muchísima violencia que se ejerce en ambas sin que siquiera lo alcancemos a percibir con claridad. Es lo que el sociólogo Pierre Bourdieu ha llamado violencia simbólica, que no por ser simbólica es menos dañina ni menos peligrosa, en ocasiones tal vez sea precisamente lo contrario pues su “invisibilidad” la hace mortífera. 

Se le llama “simbólica” porque es una violencia que se ejerce no por medios físicos sino por vías simbólicas como la comunicación, el desconocimiento y hasta la manipulación sentimental. Se trata, según Bourdieu, de todo un trabajo de largo aliento que orienta y estructura las representaciones que tenemos de nuestros cuerpos, por ejemplo, y que culmina con una transformación profunda y durable de nuestra forma de ver el mundo. Las estructuras de dominación ya sea masculina o política son entonces el producto “de un trabajo incesante (y por lo tanto histórico) de reproducción en el que participan los varones con armas como la violencia física y simbólica y las instituciones, la familia, la iglesia, la escuela, el Estado. Piensen tantito por ejemplo en cómo se pretende ensalzar el “valor” (los pantalones, la virilidad) de Felipe Calderón porque usa y abusa de la fuerza física. Cuando EPN en la Ibero asume abiertamente que abusó de la fuerza del Estado contra una población vulnerable él y muchos como él piensan que fue un acto de hombría, de valentía, de pantalones y lo mismo ocurría aquí en Francia con quienes hacían la apología de Sarkozy el hombre “valeroso” que no le temblaba la mano para hacer reformas “dolorosas” pero necesarias. Cuando en el seno de la familia o de la iglesia se le dice a la mujer que debe aguantar los golpes del marido porque esa es su cruz (que es una frase que me ha tocado oír en boca de muchas madres), es una violencia simbólica similar a la que se ejerce cuando los “opinadores” nos dicen que tenemos que “aguantar una imposición” porque así lo marca su interpretación de la Ley, esa sería nuestra cruz y no hay para donde hacerse.

Ahora bien, Bourdieu también demuestra que ese principio de visión dominante “no es una simple representación mental, una fantasía, algo que se tiene en la cabeza, sino un sistema de estructuras inscritas en las cosas y en los cuerpos” es decir en nuestras mentes y en nuestros cuerpos y por ello hay una suerte de “complicidad obligada” entre quien violenta y quien es violentado, una suerte de síndrome de Estocolmo de empatía entre secuestrador y secuestrado. Pero seamos claros el abusador es el abusador y la víctima la víctima sin que nada justifique en lo más mínimo la situación de dominación. Porque quién no ha escuchado el discurso aquél, aparentemente políticamente correcto, de que la culpa la tienen las mismas mujeres porque le vuelven a perdonar todo al marido y además crían a los hijos en esa misma dinámica de dominación. Quienes eso dicen, en realidad pretenden justificar la dominación y negar el alcance y consecuencias del círculo vicioso de la violencia simbólica la cual no basta con señalar para que desaparezca. Es decir, no basta con decirle a una mujer “no debes permitir que te golpeen, ni te griten, ni abusen de ti” eso la culpabiliza pero no la saca de ningún apuro porque su entorno y su situación siguen siendo los mismos. De la misma manera, con el simple hecho de decirle a la gente “no seas tonto, no debes permitir que se abuse del poder” no la va a hacer cambiar instantáneamente como si se les quitara un velo de los ojos. Por ello Bourdieu dice que dado que el fundamento de esa violencia reside en una estructura de dominación (familia o sociedad) de las cuales [somos] producto, no podemos esperar una ruptura simple de la relación de “complicidad” entre abusador y abusado. Para que se dé, esa ruptura tiene que ser el producto de una transformación radical de las condiciones en que se producen y se reproducen las disposiciones que llevan a los dominados (o a los dormidos) a adoptar para sí mismos el punto de vista de los dominantes. Así es como se explica, en parte, que en EU por ejemplo una buena parte de la población pobre estuviese contra una reforma que debía darles asistencia médica gratuita o que en México las clases medias se desentiendan o avalen decisiones de política económica que van a empobrecerlos aún más. Y retomo de nuevo a Bourdieu cuando dice que “ciertas formas de “valor” tienen origen paradójicamente en el temor de perder la estima o la admiración del grupo, de “quedar mal” frente a los “cuates, la familia o la sociedad” y de ser clasificados en categorías típicamente “femeninas”, que los traten pues de “mandilones, maricones, etc” Lo que llamamos pantalones, hombría etc se enraiza así en una forma de cobardía y Bourdieu da como ejemplo las situaciones donde, para obligar a alguien a que mate, torture, o viole, esto lo vemos bien por ejemplo en la película “Sin nombre” de CaryFukunaga (http://youtu.be/h3RDf5nkzUQ). La voluntad de dominación, explotación u opresión se apoya en el miedo de perder la “virilidad” de no parecer lo suficientemente macho o macha, porque se es macho cuando se sufre (aguántese como los machos) pero también cuando se hace sufrir a los otros, jefecillos y jefecillas de marras ejercen entonces su poder de dominación en cuanto les es posible y esto incluye, dice Bourdieu a las prisiones, escuelas e internados, pero también a “las nuevas pautas de combate que exalta la hagiografía neoliberal, las cuales sometidas a su vez a pruebas de valor corporal, prueban que son los amos despidiendo a sus empleados. Yo incluiría el ejemplo de quien para probarse a sí mismo que es el jefe nos lanzó en una guerra que ha costado cientos de miles de muertos.

En la pareja, el machismo y la violencia exacerbados pueden llevar al homicidio pero también me hace pensar que quien llega ahora a la presidencia con una “virilidad” y legitimidad altamente cuestionada (y con sospechas de ser precisamente golpeador) puede potenciar sus frustraciones y ahondar este esquema hasta llevar al país a la muerte. En todo caso, para poder ayudar a una persona violentada, no basta con hacerle ver la situación de dominación en la que vive, hay que crear las condiciones necesarias para que salga de ella (alejamiento físico del abusador a veces hasta de la familia o la comunidad, apoyo para reconstruirse psicológicamente, para lograr una autonomía económica etc.) De la misma manera, para provocar un cambio de mentalidad en “los dormidos”, no basta con el discurso; hay que crear o forzar las condiciones de empoderamiento y de construcción o reconstrucción cívica, democrática, jurídica y hasta psicológica del individuo. Participar en ese proceso es, pienso, uno de los grandes desafíos de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y de todos los grupos y personas que buscan crear conciencia contra todo tipo de abuso y de violencia o de servidumbre voluntaria  etc., en nuestro país.  (Las citas de Bourdieu vienen de su libro La domination masculine, Ed. du Seuil, Paris, 2008)

viernes, 3 de agosto de 2012

Confiar en las instituciones (2)




Mientras las instituciones terminan de desmoronarse, el país pareciera dividirse ineluctablemente en tres:
a) quienes pensamos que no podemos seguir así y confiamos en un cambio pacífico pero profundamente radical;
b) aquellos que prefieren con su apatía perpetuar el autoengaño y la impunidad y 
c) aquellos cuyos intereses importan más que lo que pueda pensar una “horda de “miserables”. Dentro de estas tres divisiones hay obviamente una multitud de subespecies entrampadas todas en una transición que nunca llegó.

Debo confesar que por más vueltas que le doy no logro entender que aún haya gente que apoye al PRI por convicción. Entiendo a los que tienen algún interés particular a los jerarcas locales y nacionales de esa mafia y quizá hasta a quien, empujado por el hambre y la necesidad, vende su voto. Pero a aquellos que, al menos en apariencia, no tienen nada que ganar más que la eventual posibilidad de que los “salpiquen”, sólo me los explico a través del “modelaje”, la lenta pero persistente “construcción” de una “servidumbre voluntaria” de individuos cebados en el cinismo, la apatía y la mala fe.
Algo interesante al revisar los “argumentos” de los defensores del PRI en las redes sociales durnte las pasadas elecciones era justo la falta de argumentos pues se limitaban siempre a proferir una serie de lugares comunes y frases hechas en cuyo trasfondo vale la pena detenerse ( o al menos en un par de ellos porque el catálogo es amplio).
  • la paradójica descalificación en base al pasado priista de AMLO: Más allá del contexto muy particular del paso de AMLO por el PRI, la paradoja reside en que súbitamente para los priistas era reprochable haber pertenecido a ese partido, algo como “es tan malo como nosotros y por ende no tiene derecho a criticarnos” o, tal vez “no pudo haber pasado por las filas del partido sin haberse, y seguir, manchado” Una suerte de “pecado original” denunciado por pecadores. Algo que rebasa toda lógica
  • el “argumento” “socialista” con lugares comunes de la derecha. El reproche de ser “socialista o comunista” amén de anacrónico (tiene incluso un tufo de Guerra Fría) resulta inverosímil en la boca de militantes de un partido que porta en su nombre el título de “revolucionario” y sólo se explica por el desconocimiento de la historia (orígenes y evolución) de su propio partido
  • el “argumento” del mesianismo y la violencia tienen relación con el punto anterior y derivan de los clásicos argumentos de la historiografía conservadora que durante la Guerra Fría descalificaba todo lo que proviniese de la izquierda acusándolo de mesiánico y violento (así lo señala Enzo Traverso en su libro “La historia como campo de batalla)

Finalmente, aunque todos se decían lectores (reacción defensiva natural ante las evidencias de la incultura de su candidato) son bastante obvias sus lagunas en historia y filosofía política o en análisis sociológico de lo que pasa en el mundo. En todo caso, las contradicciones ideológicas pueden parecer normales si se considera que el oximorónico PRI, hace mucho que dejó en el camino toda ideología para convertirse en un “camaleón” al servicio de un neoliberalismo a ultranza.

Ahora bien, a lo anterior también contribuye el hecho de que en la construcción del “mexicano promedio” (militante o no) ha participado no sólo el Partido de Estado sino también la escuela, la iglesia, las familias, en fin, las instituciones en general. Por eso se le hace fácil a algunos decir que la TV no puede tener “tanta” fuerza de manipulación como para controlar a buena parte de la población. Olvidan que no es sólo la TV sino todo un sistema, la sociedad en su conjunto: son domesticadas y domestican.
La influencia de los medios masivos de comunicación ha sido objeto de numerosos trabajos que muestran claramente su capacidad nociva. Se me viene a la cabeza textos de Bourdieu (“Sobre la televisión”), de Chomsky (La propaganda y la opinión pública), de André Schiffrin (El control de la palabra) o hasta el olvidado clásico “Para leer el pato Donald” de Ariel Dorffman y Armand Mattelard por citar sólo algunos. Amén de que la propia literatura mexicana ha denunciado o al menos mostrado desde siempre las conocidas trampas del que nunca ha dejado de ser un partido hegemónico y de sus secuaces (Y Matarazo no llamó de Elena Garro; El Complot Mongol de Rafael Bernal; Dos Crímenes o Las Muertas de Ibargüengoitia, etc.).
En suma, no podemos tampoco confiar en los medios masivos y, hacernos una idea más o menos objetiva de la realidad implica leer más, buscar, discernir criticar, es decir tener una actitud que todavía se encuentra ausente en buena parte de la población mexicana.

jueves, 26 de julio de 2012

Confiar en las instituciones (1)



El sociólogo del Derecho Niklas Luhmann decía en su libro “La Confianza”, que ésta, “en el sentido más amplio del término, es decir el hecho de fiarse a las expectativas de uno mismo, constituye un elemento básico de la vida en sociedad. Ciertamente, el hombre tiene, en diversas circunstancias, la posibilidad de acordar o no su confianza. Pero, si no confiase de manera cotidiana, no lograría siquiera salir de la cama cada mañana. Una angustia indeterminada y una repulsión paralizante lo acosarían. No sería ni siquiera capaz de formular una desconfianza definida y de hacerla el principio de base de medidas autodefensivas, porque implicaría que acuerda su confianza en otras situaciones. Todo sería entonces posible. Nadie puede soportar semejante confrontación inmediata con la más extrema complejidad del mundo”.
Y, en efecto, el mundo en que vivimos es cada día más complejo. Sin embargo, en nuestro México, hace décadas que nuestros supuestos representantes se han dedicado a fomentar el doble discurso y la falsa moral destruyendo poco a poco la confianza ciudadana en las instituciones y en la sociedad. En México hoy en día difícilmente podemos confiar en el mecánico, en el plomero, en el médico y muchísimo menos en los abogados, en las autoridades o en nuestros “representantes”. En suma, no se puede confiar en los sistemas ni en las instituciones. La sombra de la duda siempre está allí y hemos llegado al punto en que no podemos seguir viviendo así. Sara Sefchovich en su excelente libro “País de mentiras” hace un recuento desolador y necesariamente incompleto del catálogo de falsedades que han servido para despolitizar y manipular a la sociedad a lo largo de lustros y lustros. Pero tal vez lo más desolador, es que esa labor de zapa ha destruido completamente uno de los sistemas que más deberían generar confianza: el sistema de procuración e impartición de justicia. Tanto ha corroído la corrupción, el ego y la megalomanía a estos sistemas que sus palabras y conceptos se han vaciado de contenido y no sólo no generan confianza sino que dan miedo. Yo quisiera saber ¿quién cree aún que en los Estados existe separación de poderes? ¿quién duda que a los presidentes de los tribunales de justicia los nombran los gobernadores? ¿quién cree que las maratónicas borracheras de los Ministerios Públicos se pagan con su puro sueldo? ¿quién cree que si denuncia un delito habrá castigo para el verdadero culpable?...
En el país de la ambigüedad se ha hablado siempre de valores, o de su recuperación pero lo que en realidad se ha fomentado es: La Ley de Herodes, el agandalle, la transa, el cinismo, el clasismo, el racismo, la exclusión, la discriminación, la homofobia, el machismo, el abuso de poder y un largo etcétera que nos hace imposible ya poder confiar.