jueves, 13 de septiembre de 2012

Dominación política autoritaria y machismo : fenómenos que se entrecruzan


Por Sergio Avalos


Circula en las redes sociales una imagen de una mujer golpeada en la que se hace un paralelismo entre la violencia de género y la violencia política que sufrimos los mexicanos. La analogía se me hace muy pertinente. Como lo he señalado en otros foros y ocasiones todas y todos somos de alguna manera producto del medio en el que nacimos y crecimos y la sociedad mexicana, además de sus aciertos y virtudes sigue siendo muy conservadora (esto varía obviamente dependiendo de los estados), racista, clasista, snob, excluyente, machista, homófoba etc. Pero la mayoría de las personas ni siquiera se da cuenta o no quiere darse cuenta. Siguiendo el paralelo entre sociedad y familia hay muchísima violencia que se ejerce en ambas sin que siquiera lo alcancemos a percibir con claridad. Es lo que el sociólogo Pierre Bourdieu ha llamado violencia simbólica, que no por ser simbólica es menos dañina ni menos peligrosa, en ocasiones tal vez sea precisamente lo contrario pues su “invisibilidad” la hace mortífera. 

Se le llama “simbólica” porque es una violencia que se ejerce no por medios físicos sino por vías simbólicas como la comunicación, el desconocimiento y hasta la manipulación sentimental. Se trata, según Bourdieu, de todo un trabajo de largo aliento que orienta y estructura las representaciones que tenemos de nuestros cuerpos, por ejemplo, y que culmina con una transformación profunda y durable de nuestra forma de ver el mundo. Las estructuras de dominación ya sea masculina o política son entonces el producto “de un trabajo incesante (y por lo tanto histórico) de reproducción en el que participan los varones con armas como la violencia física y simbólica y las instituciones, la familia, la iglesia, la escuela, el Estado. Piensen tantito por ejemplo en cómo se pretende ensalzar el “valor” (los pantalones, la virilidad) de Felipe Calderón porque usa y abusa de la fuerza física. Cuando EPN en la Ibero asume abiertamente que abusó de la fuerza del Estado contra una población vulnerable él y muchos como él piensan que fue un acto de hombría, de valentía, de pantalones y lo mismo ocurría aquí en Francia con quienes hacían la apología de Sarkozy el hombre “valeroso” que no le temblaba la mano para hacer reformas “dolorosas” pero necesarias. Cuando en el seno de la familia o de la iglesia se le dice a la mujer que debe aguantar los golpes del marido porque esa es su cruz (que es una frase que me ha tocado oír en boca de muchas madres), es una violencia simbólica similar a la que se ejerce cuando los “opinadores” nos dicen que tenemos que “aguantar una imposición” porque así lo marca su interpretación de la Ley, esa sería nuestra cruz y no hay para donde hacerse.

Ahora bien, Bourdieu también demuestra que ese principio de visión dominante “no es una simple representación mental, una fantasía, algo que se tiene en la cabeza, sino un sistema de estructuras inscritas en las cosas y en los cuerpos” es decir en nuestras mentes y en nuestros cuerpos y por ello hay una suerte de “complicidad obligada” entre quien violenta y quien es violentado, una suerte de síndrome de Estocolmo de empatía entre secuestrador y secuestrado. Pero seamos claros el abusador es el abusador y la víctima la víctima sin que nada justifique en lo más mínimo la situación de dominación. Porque quién no ha escuchado el discurso aquél, aparentemente políticamente correcto, de que la culpa la tienen las mismas mujeres porque le vuelven a perdonar todo al marido y además crían a los hijos en esa misma dinámica de dominación. Quienes eso dicen, en realidad pretenden justificar la dominación y negar el alcance y consecuencias del círculo vicioso de la violencia simbólica la cual no basta con señalar para que desaparezca. Es decir, no basta con decirle a una mujer “no debes permitir que te golpeen, ni te griten, ni abusen de ti” eso la culpabiliza pero no la saca de ningún apuro porque su entorno y su situación siguen siendo los mismos. De la misma manera, con el simple hecho de decirle a la gente “no seas tonto, no debes permitir que se abuse del poder” no la va a hacer cambiar instantáneamente como si se les quitara un velo de los ojos. Por ello Bourdieu dice que dado que el fundamento de esa violencia reside en una estructura de dominación (familia o sociedad) de las cuales [somos] producto, no podemos esperar una ruptura simple de la relación de “complicidad” entre abusador y abusado. Para que se dé, esa ruptura tiene que ser el producto de una transformación radical de las condiciones en que se producen y se reproducen las disposiciones que llevan a los dominados (o a los dormidos) a adoptar para sí mismos el punto de vista de los dominantes. Así es como se explica, en parte, que en EU por ejemplo una buena parte de la población pobre estuviese contra una reforma que debía darles asistencia médica gratuita o que en México las clases medias se desentiendan o avalen decisiones de política económica que van a empobrecerlos aún más. Y retomo de nuevo a Bourdieu cuando dice que “ciertas formas de “valor” tienen origen paradójicamente en el temor de perder la estima o la admiración del grupo, de “quedar mal” frente a los “cuates, la familia o la sociedad” y de ser clasificados en categorías típicamente “femeninas”, que los traten pues de “mandilones, maricones, etc” Lo que llamamos pantalones, hombría etc se enraiza así en una forma de cobardía y Bourdieu da como ejemplo las situaciones donde, para obligar a alguien a que mate, torture, o viole, esto lo vemos bien por ejemplo en la película “Sin nombre” de CaryFukunaga (http://youtu.be/h3RDf5nkzUQ). La voluntad de dominación, explotación u opresión se apoya en el miedo de perder la “virilidad” de no parecer lo suficientemente macho o macha, porque se es macho cuando se sufre (aguántese como los machos) pero también cuando se hace sufrir a los otros, jefecillos y jefecillas de marras ejercen entonces su poder de dominación en cuanto les es posible y esto incluye, dice Bourdieu a las prisiones, escuelas e internados, pero también a “las nuevas pautas de combate que exalta la hagiografía neoliberal, las cuales sometidas a su vez a pruebas de valor corporal, prueban que son los amos despidiendo a sus empleados. Yo incluiría el ejemplo de quien para probarse a sí mismo que es el jefe nos lanzó en una guerra que ha costado cientos de miles de muertos.

En la pareja, el machismo y la violencia exacerbados pueden llevar al homicidio pero también me hace pensar que quien llega ahora a la presidencia con una “virilidad” y legitimidad altamente cuestionada (y con sospechas de ser precisamente golpeador) puede potenciar sus frustraciones y ahondar este esquema hasta llevar al país a la muerte. En todo caso, para poder ayudar a una persona violentada, no basta con hacerle ver la situación de dominación en la que vive, hay que crear las condiciones necesarias para que salga de ella (alejamiento físico del abusador a veces hasta de la familia o la comunidad, apoyo para reconstruirse psicológicamente, para lograr una autonomía económica etc.) De la misma manera, para provocar un cambio de mentalidad en “los dormidos”, no basta con el discurso; hay que crear o forzar las condiciones de empoderamiento y de construcción o reconstrucción cívica, democrática, jurídica y hasta psicológica del individuo. Participar en ese proceso es, pienso, uno de los grandes desafíos de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y de todos los grupos y personas que buscan crear conciencia contra todo tipo de abuso y de violencia o de servidumbre voluntaria  etc., en nuestro país.  (Las citas de Bourdieu vienen de su libro La domination masculine, Ed. du Seuil, Paris, 2008)