En esta ocasión les presento la primera parte de
un artículo del profr. Nafeez Mosaddeq Ahmed,
Director del Instituto para la Investigación en Políticas y
Desarrollo de Brighton en el Reino Unido, que se intitula El
gas de esquisto, la gran estafa.
Este artículo que apareció en francés en el prestigiado periódico
mensual Le Monde Diplomatique (http://www.monde-diplomatique.fr) fue
publicado en la edición de marzo de 2013.
Ya
en varias ocasiones les hemos hablado del gas de esquisto o de
lutitas mejor conocido como Shale gas. De hecho, en la emisión nº 39
de La Bastilla Mexicana del 20 de julio de 2013 se abordó sobre todo
el aspecto contaminante inherente a la explotación del gas y el
aceite de esquisto (si se la perdieron escúchenla en el spreaker de
nuestra página FB:
https://www.spreaker.com/user/5746161/la_bastilla_mexicana_39).
También pueden profundizar acerca de las consecuencias ambientales de la explotación de este gas viendo el documental Gas land realizado por la cadena franco-alemana Arte, disponible en la dirección siguiente:
Sin embargo, el presente artículo aborda otro tipo de riesgo igual de grave y peligroso que el ecológico: el riesgo relacionado con la especulación financiera internacional que este tipo de yacimientos está provocando. Y quiero subrayar la gravedad del asunto porque me parece que el gobierno mexicano ya logró hacer creer a la población mexicana que, con o sin reforma energética, tenemos que implicarnos en la explotación del gas de esquisto. Mientras en países como Francia, que es la cuarta economía más importante del mundo, la explotación e incluso la exploración en torno al gas de esquisto está prohibida. En México sin informar a la población ya se decretó que la explotación del Shale gas es un objetivo estratégico para México y la famosa Reforma lo toma como pretexto para las modificaciones constitucionales.
También pueden profundizar acerca de las consecuencias ambientales de la explotación de este gas viendo el documental Gas land realizado por la cadena franco-alemana Arte, disponible en la dirección siguiente:
Sin embargo, el presente artículo aborda otro tipo de riesgo igual de grave y peligroso que el ecológico: el riesgo relacionado con la especulación financiera internacional que este tipo de yacimientos está provocando. Y quiero subrayar la gravedad del asunto porque me parece que el gobierno mexicano ya logró hacer creer a la población mexicana que, con o sin reforma energética, tenemos que implicarnos en la explotación del gas de esquisto. Mientras en países como Francia, que es la cuarta economía más importante del mundo, la explotación e incluso la exploración en torno al gas de esquisto está prohibida. En México sin informar a la población ya se decretó que la explotación del Shale gas es un objetivo estratégico para México y la famosa Reforma lo toma como pretexto para las modificaciones constitucionales.
El
gas de esquisto, la gran estafa*
Energía barata contra contaminación prolongada: En los Estados-
Unidos, el dilema relativo a la explotación del gas y petróleo de
esquisto no le ha quitado el sueño ni a los industriales ni a los
poderes públicos. En menos de una década, estos nuevos recursos
habrían orientado a los Estados – Unidos, hacia el crecimiento,
dopado el empleo y restablecido la competitividad. ¿Y si esta
“revolución” no fuese más que una burbuja especulativa a punto
de estallar?
Por
Nafeez Mosaddeq Ahmed **
Versión al español de Sergio Avalos
Si damos crédito a los títulos de la prensa norteamericana que
predicen un auge económico debido a la “revolución” del gas y
del petróleo de esquisto, el país vivirá una suerte de “fiebre
del oro negro”. El reporte “Perspectivas Energéticas Mundiales
2012” de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) anuncia, en
efecto, que para 2017, los Estados Unidos le quitará a Arabia
Saudita el lugar de primer productor mundial de petróleo y accederá
a la “casi autosuficiencia” en materia energética. Según la
AIE, el alza programada de la producción de hidrocarburos, pasaría
de ochenta y cuatro millones de barriles diarios en 2011 a noventa y
siete millones en 2035. Esta alza provendría “completamente,
de los gases naturales líquidos y de los recursos no convencionales”
(esencialmente el gas y el aceite de esquisto), mientras que la
explotación convencional comenzaría a declinar a partir de... 2013.
Extraídos por fractura hidráulica (inyección a presión de una
mezcla de agua, de arena y de detergentes industriales, destinada a
fisurar la roca para liberar el gas), gracias a la técnica de la
perforación horizontal (lo que permite explorar de manera más
amplia la capa geológica escogida), estos recursos sólo se obtienen
pagando como precio una contaminación masiva del medio ambiente.
Pero su explotación en los Estados – Unidos ha implicado la
creación de varios cientos de miles de empleos y ofrece la ventaja
de proponer una energía abundante y barata. Según el reporte de
2013 “Las perspectivas energéticas: una mirada hacia 2040”
publicado por el grupo Exxon Mobil, los estadounidenses se
convertirían en exportadores netos de hidrocarburos a partir de 2025
gracias al gas de esquisto, en un contexto de fuerte crecimiento de
la demanda mundial de gas.
¿Y si la “revolución de los gases de esquisto” en lugar de
fortalecer a una economía mundial convaleciente, estuviese inflando
una burbuja especulativa a punto de estallar? La fragilidad de la
recuperación así como las experiencias recientes deberían incitar
a la prudencia frente a semejante apasionamiento. La economía
española, por ejemplo, en un tiempo tan floreciente – cuarta
economía de la zona euro en 2008 – , se cae a pedazos a partir del
momento en que la burbuja inmobiliaria, a la que ciegamente se
enganchaba, estalló sin prevenir. La clase política aprendió poco
de la crisis de 2008; y ahora está a punto de repetir los mismos
errores en el sector de las energías fósiles.
Una
investigación del New York Times
de junio de 2011 revelaba ya algunas fisuras en la construcción
mediático industrial del “boom” del gas de esquisto, difundiendo
las dudas de diversos observadores – geólogos, abogados, analistas
de mercados – en cuanto al impacto de lo anunciado por las
compañías petroleras. Se sospecha que “sobreestimaron
de manera deliberada e incluso ilegal, el rendimiento de sus
explotaciones y el volumen de sus yacimientos”.1
“La extracción del gas a partir de
los esquistos del subsuelo, decía el
cotidiano, podría resultar menos fácil
y más costosa de lo que pretenden las compañías, como lo indican
las centenas de correos electrónicos y de documentos intercambiados
por los industriales sobre el tema, así como los análisis de datos
recogidos en varios miles de pozos.”
A
principios de 2012, dos consultores estadounidenses tocaron la alarma
en la Petroleum Review,
la principal revista de la industria petrolera británica. Al
cuestionarse acerca de la “fiabilidad
y la durabilidad de los yacimientos estadounidenses de gas de
esquisto”, hacen notar que las
previsiones de los industriales coinciden con las nuevas reglas de la
Securities and Exchange
Commission (SEC), organismo federal de control de los mercados
financieros. Dichas reglas, adoptadas en 2009 autorizan en efecto, a
las compañías, a cifrar sus reservas como bien les parezca, sin que
haya verificación alguna por parte de una autoridad independiente.2
Para
los industriales, la sobreestimación de los yacimientos de gas de
esquisto, les permite hacer pasar a un segundo plano los riesgos
relacionados con su explotación. Ahora bien, la fractura hidráulica
no sólo tiene efectos dañinos sobre el medio ambiente: también
plantea un problema estrictamente económico dado que genera una
producción de una duración de vida muy corta. En la revista Nature,
un ex-consejero científico del gobierno británico, David King,
subraya que el rendimiento de un pozo de gas de esquisto declina en
un 60 a 90% al cabo de su primer año de explotación.3
Una caída de rendimiento tan brutal hace obviamente ilusorio todo
objetivo de rentabilidad. Tan pronto como una perforación se agota,
los operadores deben perforar rápidamente otros para mantener su
nivel producción y pagar sus deudas. Cuando la coyuntura es
favorable, semejante clavado puede crear un espejismo durante algunos
años. Es así como una actividad económica enclenque, la producción
de los pozos de gas de esquisto – atónica a largo plazo pero
fulgurante en breve – provocó una descenso espectacular de los
precios del gas natural en los Estados – Unidos, los cuales pasaron
de 7 a 8 dólares por millón de BTU (British Thermal Unit) en
2008, a menos de 3 dólares en 2012.
Los
especialistas en inversiones financieras no son tontos. “La
economía de la fractura es una economía destructiva,
advierte el periodista Wolf Richter en el Business Insider.4
La extracción se devora el capital a
una velocidad impresionante dejando a las empresas con una montaña
de deudas cuando la producción se derrumba. Para evitar que ese
derrumbe afecte sus ingresos, las compañías deben sacar más y más
compensando los pozos secos con otros que se secarán mañana.
Desafortunadamente un esquema semejante, tarde o temprano, se
estrella en el muro de la realidad.”
Arthur
Berman, geólogo que trabajó para Amoco (antes de que ésta se
fusionase con British Petroleum), se dice sorprendido por el ritmo
“increíblemente elevado”
con que se secan los pozos. Y evoca el caso del campo de Eagle
Ford en Texas – “la
madre de todos los campos de aceite de esquisto”
– indicando que “el descenso anual
de la producción rebasa el 42%”.
Para asegurar resultados estables, las compañías van a tener que
perforar “casi mil pozos
suplementarios cada año en el mismo campo. Es decir, un gasto de 10
a 12 billones de dólares por año... Si sumamos todo, se llega a un
monto semejante al del salvamento de la banca en 2008. ¿De dónde
van a sacar ese dinero?”5
La
burbuja de la industria gasera ya tuvo consecuencias en algunas de
las más poderosas compañías petroleras del planeta. En junio
pasado, el Director General de Exxon Mobil, Rex Tillerson, se quejaba
amargamente explicando que el descenso de los precios del gas natural
en Estados – Unidos era, en efecto una suerte para los
consumidores, pero una maldición para su compañía, la cual ha sido
víctima de una baja drástica de sus ingresos. Mientras que, ante
sus accionistas, ExxonMobil pretendía aun no haber perdido ni un
centavo a causa del gas, el discurso del Sr. Tillerson ante el
Council on Foreign Relations (CFR), uno de los think tanks más
influyentes del país, era casi para llorar: “Estamos
perdiendo hasta la camisa. Ya no ganamos dinero. Todas las cifras
están en rojo”6
Casi
al mismo tiempo, la compañía gasera británica BG
Group se veía obligada a una
“depreciación de sus activos en el
gas natural norteamericano de 1,3 billones de dólares”
sinónimo de un “descenso sensible de
sus beneficios intermediarios.”7
El 1º de noviembre de 2012 después de que la compañía petrolera
Royal Dutch Shell hubiese acumulado tres trimestres de resultados
mediocres , con un descenso acumulado de 24 % en el año, el servicio
de información del índice bursátil Dow Jones reportó la funesta
noticia y se alarmó del “perjuicio” causado al conjunto del
sector bursátil por este apasionamiento por el gas de esquisto.
*Publicado
originalmente en el periódico mensual francés Le Monde
Diplomatique, marzo, 2013, p. 20
** Politólogo,
Director del Instituto para la Investigación en Políticas y
Desarollo de Brighton, GB
1« Insiders
sound an alarm amid a natural gas rush », The New York Times,
25 de junio de 2011
2Ruud
Weijermars y Crispian McCredie, « Inflating US shale gas
reserves », Petroleum Review, Londres, enero 2012
3James
Murray y David King « Climate policy : Oil's tipping
point has passed », Nature, nº 481, Londres, 26 de enero de
2012
4Wolf
Richter « Dirt cheap natural gas is tearing up the very
industry that's producing it » Businnes Insider, Portland 5 de
junio de 2012
5« Shale
gas will be the next bubble to pop. An interview with Arthur
Berman » Oilprice, 12 de noviembre de 2012,
http://oilprice.com
6« Exxon :
« Losing our shirts » on natural gas » The Wall
Street Journal, New York, 27 de junio de 2012
7« US
shale gas glut cuts BG Group profits » Financial Times,
Londres 26 de julio de 2012
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