¡Votar por el
cambio... y sentarse a mirar ( I ) !
Antes que nada quisiera precisar que este texto no busca justificar
ni defender a ningún funcionario. El objetivo es tratar de analizar,
de la manera más objetiva posible, la realidad que vive hoy el
estado de Tabasco y en general México. He denunciado innumerables
veces la increíble violencia que se vive en nuestro país, violencia
que a menudo no queremos ver y reconocer mientras no toque a la
puerta de nuestras casas o nuestras familias. Se piensa erróneamente
que “eso” sólo le pasa a los demás, en otros estados, en otros
lugares o a personas que necesariamente andan en “malos pasos”.
La violencia en México no es algo nuevo. Sin embargo, se ha llegado
a un nivel tal que pareciese que no tocaremos fondo sino hasta que el
país estalle en mil pedazos. En el origen de la situación hay,
entre otras cosas, una relación malsana y perversa entre una
sociedad apática y servil y un sistema político autoritario. Si en
algunos momentos de nuestra historia las coyunturas permitieron que
esa relación malsana pareciese la solución hoy vemos que en
realidad sólo nos ha llevado al abismo. Habrán notado que no me
referí a un “partido” sino a un “sistema” y en efecto los
más de 70 años de control priísta de la vida política del estado
y del país hacen que ya ni siquiera es una cuestión de un partido:
Es un “sistema cancerígeno” que ha contaminado de manera
imperceptible al grueso de la sociedad hasta el tuétano. Hoy, cuando
en Tabasco se reclama airadamente ¿dónde está el cambio? Yo me
pregunto: ¿son realmente ingenuos, o algo más? ¿en realidad
creyeron que décadas de corrupción desaparecerían así como así
con la llegada al poder de tal o cual persona? ¿en realidad creen
que para que una sociedad cambie basta depositar un voto y sentarse a
mirar? Y cuando entre esas personas que exigen y vociferan hay
notables priístas, quisiera poder preguntarles: ¿cómo desmontar la
podredumbre que USTEDES construyeron durante un siglo en tan sólo
unos meses? Que pasen la receta...
Los cambios no se dan de la noche a la mañana ni pueden venir desde
lo alto del poder o desde maquinarias burocráticas esclerosadas. Las
prácticas de corrupción, violencia, abuso e incompetencia están
tan arraigadas que a veces me pregunto si en verdad pueden ser
modificadas. Tampoco se trata, como pretenden algunos, de que cada
quien cambie de manera aislada y sin exigir un cambio en las
prácticas gubernamentales, esto es ingenuo y demagógico. El cambio
viene desde una sociedad que exige, que alza la voz, pero que también
respeta y predica con el ejemplo. Tal vez uno de los mayores daños
que el sistema autoritario provocó a nuestro país es la labor de
zapa que realizó destruyendo la confianza. Hoy no podemos confiar en
los jueces, ni en la iglesia, ni en los partidos, ni en el mecánico,
ni en el plomero, ni en la policía, ni en la ley... pero esa
capacidad de confiar no puede ni será nunca restablecida, ni
reparada, desde el poder del Estado. Sólo el ciudadano crítico,
responsable y bien informado uniéndose a sus pares puede modificar
el curso de las cosas pero desafortunadamente no es algo que veremos
ocurrir de la noche a la mañana. ¡Es un trabajo de Sísifo! Y a
buen entendedor...
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