El
tamaño de su miedo
Hasta
hace poco yo creía que la mayoría de los servidores y
representantes públicos mexicanos no solamente se robaban casi todo
lo que podían sino que además se reían de sus representados. Y de
hecho, leí con gusto y esperanza la nota del novelista y cronista
tabasqueño, Ariel Lemarroy donde recordaba una anécdota de un
presidente municipal, Don Julián Montejo, de quien todo mundo se
mofaba por su folclórica forma de expresarse y por su origen
campesino pero quien, parece ser, transformó la ciudad que
gobernaba.
Señores como Don Julián ya quedan pocos pues según relata Lemarroy cuando
alguien le llegó a chismear quién era el autor de todos los
chascarrillos sobre su persona él rechazó tomar represalias y
simplemente dijo: "Es bueno que el pueblo se ría de sus
gobernantes. Lo malo, es que los gobernantes se rían de su pueblo".
Y, curiosamente, en estos últimos días el Zócalo de la ciudad de
México ha sido testigo precisamente de cómo los gobernantes se ríen
de su pueblo: de esa "bola de zarrapastrosos y flojos que en lugar de
pedir aumentos de sueldo deberían de aprender a trabajar más".
Pero
este 15 de septiembre también se vio el miedo que le tienen a ese
pueblo y, sobre todo, el grado del miedo. Es sabido que la mayoría
de los Estados del mundo han desarrollado estrategias de miedo para
justificar medidas de seguridad y control cada vez más severas y
violatorias de nuestros más elementales derechos. También es sabido
que en México la presunción de inocencia es para la mayoría de la
población una utopía. Pero, llegar al grado de suponer que cada
niño mexicano de los acarreados por ellos mismos, es un criminal en
potencia, un “niño – bomba” que merece ser cateado para
“evitar que México se convierta en un nuevo Medio Oriente”, es
realmente el colmo de los colmos. Y no sólo es una violación flagrante
de derechos, ello habla del temor, del inmenso pavor que sienten. Un
temor que seguramente es directamente proporcional al daño que le
están haciendo a la nación. Sólo así se explica ver hasta dónde
han llegado...